jueves, 21 de mayo de 2009

El Gurugú, se recupera el camino, se recupera el recuerdo.

Después de décadas de inaccesibilidad y sin poder subir a nuestros prados, pidiendo a todos los medios que se recupere este camino, a sido una empresa privada de maderas quien en un solo día le ha abierto y vuelve a ser transitable.

Todas las gentes de Soano tienen un cierro en el Gurugú, y es que este monte durante muchísimos años a tenido una merecida importancia para las gentes del pueblo, entre otras cosas porque fue el que anualmente reunía a los vecinos durante varios días en una tarea común, la hierba seca.
A la hierba seca, se unía todo el pueblo, hoy por ti, mañana por mi, todos se ayudaban mutuamente, había que almacenar el forraje suficiente previniendo el invierno, en ocasiones duro para el ganado.
A media madrugada, casi aún sin aparecer los primeros rayos del sol, los hombres se reunían aprovechando el frescor de las primeras horas del día para la siega, en medio del silencio sonaba el afilar de los dayes haciendo eco entre los avellanos, eran días de primavera, entrada de verano, tiempos de siega, tiempos de unión, el pueblo era familia, era un sin parar de carros y caballos de un sitio para otro, antes de la media mañana, mujeres y niños subían con el almuerzo, cuando la hierba estaba segada se volteaba y se dejaba secar al sol, esta tarea generalmente la realizaban las mujeres, hasta los niños participaban. Llegad la hora de comer, todos se sentaban en en el prado, agrupados debajo de alguna encina compartían, comida, conversación y trabajo, nunca faltaba la bota de vino guardada a la sombra para que no se recalentara. Estando la hierba seca el siguiente paso era bajarla del monte, el camino era difícil, en muchos sitios muy pindio y con lastras de piedra en las que siempre patinaban los caballos, en más de una ocasión alguno hasta volcó ladera abajo con el carro y el caballo. La hierba se bajaba a rastras, para ello era necesario cortar dos baras largas generalmente de eucalipto y con estas se construía una rastra donde se cargaba la hierba y se tiraba con el caballo hasta pie de ladera. En los corrales y mieses del pueblo comenzaban a levantarse las tradicionales acinas, eran montones de hierba apilada formando una especie de elevación con forma de pirámide mediante las cuales la hierba quedaba almacenada en la calle y permitia su conservación a la intemperie. Las cuadrerías contaban con cuadra, vivienda, payo y anexa a la casa estaba la payuca que era también donde se guardaba la hierba.

El Gurugu fue un lugar de encuentro, un lugar de duro trabajo, fue la despensa de nuestro ganado, pero lo más importante es que fue un lugar de acogida y ayuda mutua, un lugar en el que lo difícil se hacía más fácil, donde el trabajo pasaba a ser una fiesta, donde la gente se miraba a los ojos y se veía reflejado como uno mismo.

Jamás olvidaremos aquel pueblo...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenas noches

It is my first time here. I just wanted to say hi!